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Primeras impresiones del Galaxy S8


He visto tantas imágenes en las ultimas semanas del S8 que no esperaba sorprenderme al tener de cerca el terminal. Me equivoqué, claro. El Galaxy S8 es un smartphone increíblemente atractivo. Promete.

Sospecho que me gusta por las mismas razones que el LG G6. Hay algo en el nuevo formato alargado de pantalla y esquinas redondeadas que funciona a nivel estético. Sigo pensando que la curva de la pantalla, como en los modelos Edge, es innecesaria. Genera reflejos extraños y cambios de color sin aportar mucho más de lo que aportaría pantalla plana que llegase hasta el borde, pero es una batalla perdida.

La cámara parece la gran olvidada de esta generación. A todos los efectos es la misma que tenía el Edge 7 o el Note 7, tanto en resolución como en calidad. No es en absoluto un problema. La cámara de los móviles Samsung del año pasado es excepcional. También es posible que el nuevo procesador ayude a la hora de exponer y capturar las imágenes, dando mejores resultados. Tendré que esperar a finales de abril para probarla en diferentes condiciones de luz.

No puedo hablar de Bixby, el nuevo asistente virtual de Samsung, porque la funcionalidad estaba algo limitada en los modelos de demostración disponibles al término de la conferencia y el ambiente en el que estábamos era demasiado ruidoso. Samsung, en cualquier caso, parece haber dado con una buena fórmula para mezclar el sistema de control táctil convencional con los comandos de voz, un terreno en el que Google, Microsoft y Apple aún tienen que avanzar.

La compañía presume de nuevo procesador fabricado con tecnología de 10 nm, el Exynos 9, que debería doblar el rendimiento gráfico y mejorar algo la potencia de cálculo frente al S7 sin cambiar el consumo, pero en algunas regiones (Europa) Samsung tendrá que optar por procesadores Snapdragon. El Snapdragon 835, concretamente. También está fabricado en 10 nm y la diferencia con Exynos 9 debería ser mínima.

Como todos los años se puede decir sin miedo que Samsung tiene el mejor terminal Android que se puede llevar en el bolsillo. Habrá que ver con qué responde Google a finales de año (Pixel 2.0) o si Huawei es capaz de plantar cara al S8 con algún nuevo terminal.

Además de la cámara, apuntado para probar en el modelo final a finales de abril tengo también cuánto se calienta el terminal bajo carga de trabajo -la parte trasera es de cristal- y cómo de fácil o difícil es leer la pantalla en exteriores. En la zona de demo generaban muchísimos reflejos. Aún así, un smartphone digno de llamarse Galaxy S8.